martes, 25 de noviembre de 2008

No se lo digas a nadie - Jaime Bayly

"No se lo digas a nadie" narra la trayectoria personal de un retoño de la más acomodada burguesía limeña, el cual descubre, en un contexto familiar donde el más brutal machismo y clasismo coexisten con la mojigatería, su propia identidad homoerótica, que le lleva, no sin algún episodio de ocasional heterosexualidad, a la espiral de la drogadición, en el ámbito de los 'coqueros' y al borde mismo de la prostitución masculina urbana. Sin embargo, el protagonista no es devorado por el mundo de la marginalidad, y, al aceptarse a sí mismo, convierte su conflictiva ruta, alejada ya de la droga, en una afirmación serena de la condición que le define.

1 comentario:

Alejandro dijo...

"No se lo digas a nadie" es una obra muy interesante, que capta rapidamente tu atención.
Cuando yo la lei tenía 13 años y al principio no me llamaba mucho la atención leerlo aunque me la habian recomendado. Buscando obras que leer en el estudio de mi padre encontré este libro y después de tanto insistir de la gente lo leí. Me pareció la mejor obra que habia leido hasta ese entonces, tenia varios dialogos, lo cual lo hacia menos pesado y más facil de entender, usaba palabras poco complejas por lo que se me facilitó entenderlo y además los temas que trataban eran interesantes, son cosas que les sucede a mucha gente hoy en día. Sobretodo si has pasado por algo similar, te sentirias identificado con esto. Es un libro 100% recomendado.

"En palabras de Mario Vargas LLosa: Esta excelente novela describe con desenvoltura y desde dentro la filosofía desencantada, nihilista y sensual de la nueva generación. “No se lo digas a nadie” fue el primer gran éxito de Jaime Bayly, que le dio a conocer como narrador excepcional y como avanzado de la generación latinoamericana que toma el relevo de los Vargas LLosa y García Márquez. Narra la trayectoria personal de un retoño de la más acomodada burguesía limeña, el cual descubre, en un contexto familiar donde el más brutal machismo y clasismo coexisten con la mojigatería, su propia identidad homoerótica, que le lleva, no sin algún episodio de ocasional heterosexualidad, a la espiral de la drogadicción, en el ámbito de los "coqueros" y al borde mismo de la prostitución masculina urbana. Sin embargo, el protagonista no es devorado por el mundo de la marginalidad, y, al aceptarse a sí mismo, convierte su conflictiva ruta, alejada ya de la droga, en una afirmación serena de la condición que le define".